martes, 9 de diciembre de 2008

Madera III

23 de septiembre de 1965

No hay palabras, al alba nadie llego. Alguien, seguramente, dio el aviso de que ibamos a atacar y cientos de militares salieron a nuestro encuentro, cien soldados contra 13 guerrilleros, claro, cada uno de nosotros valia por 5 y nuestras armas rendian mas que las suyas, pues las nuestras eran para liberar no para oprimir. A la hora del asalto todo y todos se pusieron de acuerdo en nuestra contra, nuestras balas nisiquiera lograban atravesar el traje de los soldados... sangre corrio de ambos bandos, pero no pudimos hacer nada, esta vez el destino no estaba de nuestro lado, y no habra siguiente vez... probablemente todos mis compañeros cayeron, los vi morir, vi como le disparaban a Arturo Gamiz... vi como Pablo Gomez era asesinado... la indignacion, la rabia, el enojo, mi roja sangre hierve, esto no se perdona. No murieron los guerrilleros solamente, y no mori yo por mala suerte, ahi en ese campo cayeron los sueños, las ilusiones las esperanzas, el aire, la brisa, la risa, la luz. Frente al cuartel fueron regadas con sangre rosas rojas que se marchitaran... frente al cuartel quedaron los destruidos cuerpos de seres humanos que dieron su vida por la liberacion... ¡y yo preferiria acompañarlos! me esperara la persecucion politica, la clandestinidad, la vida en el anonimato, y nada de eso me importa, mis compañeros han caido y pronto lo hare yo, creo que nunca volvere a ver a Maria, seguro se canso de esperar, seguro ha de creer que lo tenemos bien merecido.
las bajas de guerra no solo fueron las estrellas y los heroes comunistas, tambien fueron mi alma, que fue perforada por una bala de cruel derrota y que ahora acompaña a mis compañeros, y mi amor, Maria, quiero que sepas: siempre te ame...

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